viernes, 27 de junio de 2014

Hoy me arrepentí de haberme despertado. Escuché otra vez las voces inquietas de mis vecinos acariciándome el oído con murmullos cada vez más fuertes. Sin embargo, ha sido una mañana clara y tranquila. El sol es hoy rosado y no hay ninguna nube. El día parece infinito desde mi ventana. Lo veo nacer como una corola de espuma y pienso. Es agradable el mate a la mañana, los libros, las noticias. La mañana tiene algo de infinito que no puedo explicar, es como si cada mañana fuera diferente, a diferencia de las tardes que son siempre las mismas y a diferencia de las noches, que se pierden entre los pensamientos. Esta mañana es fresca pero no fría, y es sutilmente alegre. Me gusta. La disfruto en soledad, egoístamente. Quiero pensarla, quiero atravesarla, quiero hacer de esta mañana, una mañana distinta pero no encuentro cómo. Esa constante voluntad de intervenir que me penetra el alma, esa percepción infinita que me alienta a seguir. Y entonces, quién soy? Para qué escribir novelas? No lo sé y me lo pregunto y me escribo, me escribo siempre a mí misma como un fantasma, como un reflejo, como un espejo interminablemente mío que soy yo pero no soy. Y me gusta saberme mía, propietaria de mis letras, cada una de ellas dicen tantas cosas. Divago y más divago. No tengo calma, y tengo miedo. Miedo de vivir, miedo de ser alguien.

sábado, 21 de junio de 2014

Puedo entonces divagar sin ser vista, subastar mis pensamientos como una maga a punto de ser incinerada. Puedo decir lo que se me antoje sin temor a perderme en los túneles oscuros de los vientos vacíos. Puedo proliferar las letras como cántaros cerrados que fluyen eternamente en las cascadas escondidas de los bosques de acero. Me puedo inventar y soy feliz de hacerlo, como un murmullo paralizante, una terapia, un genocidio, una forma de verlos a todos sin ver a nadie y de verme sin ser vista por otros, me enredo con mis trenzas y vuelvo a empezar, quizás no bailo, quizás es cierto, quizás...
Empiezo recordándome a mí misma que las letras se escabullen de la mente y entonces hay que atraparlas, atarlas y unirlas en palabras para que jamás se pierdan, ni se mojen ni se estropeen. Entonces abro las pestañas e invento un blog para guardar esas palabras que son mías y se me escapan, para encerrarlas en un espacio y fijarlas para siempre  en la memoria de quien lea.Aunque sea en este instante las voy a pertencer, las voy a hacer mías como quien se apropia del canto o del viento, como quien huye para no encontrarse como quien llora... Y empiezo sin empezar, me tropiezo y así sigo, atornillada y envuelta en un lirio de papel