domingo, 14 de octubre de 2018

la mañana

un gato maulló, un gallo cantó, una paloma se posó sobre el cable de luz de la esquina y emitió su gorjeo, que parecía más bien un lamento absurdo y triste pero que en realidad, era un anuncio natural, como el de todas las mañanas, a la misma hora. El día apresurado, comenzó a elevarse. En lo alto, estallaba el sol y el pronóstico anunciaba una subida en la sensación térmica para el mediodía. Ella estiró los brazos, desenfundó la cama, subió la persiana y salió al jardín. Algunas flores, silenciosas, temblaban con el viento. El cielo se abría como un espectáculo de luz. -qué extraña es la mañana, dijo porque sí, mientras hervía agua para el mate y preparaba una bolsa para ir al chino a comprar pan y mermelada. Una canción de moda sonaba en la radio de algún vecino, un reggaetón o una salsa, algo movido. Nadie, pero nadie, absolutamente nadie, es tan inhumano como para no saber disfrutar las mañanas como ésta, pensó luego. Pero también pensó que aquélla no era solamente una mañana sino un augurio de algo más, que aún estaba por definirse. ¿Qué sería?. Pero de pronto, la sombra de un animal enorme irrumpió en el rincón más profundo de la cocina, formando una proyección fantasmal y temible, que duró apenas unos segundos en los que nadie gritó. La radio del vecino dejó de sonar y la temperatura ascendió dos grados y nadie fue al chino a comprar, y el agua para el mate hirvió y ella no tuvo tiempo de apagar el fuego y nunca más volvió a salir de su casa y la mañana siguió, clara y terrible, y transparente, por ese día, y por todos los días siguientes, y por muchos, muchos años más. 
 

viernes, 6 de julio de 2018

eso quedó atrás, como quedan las cosas que un día se van y que no vuelven y me hiciste perder para que yo sienta en carne propia lo que sentiste vos, que solamente perdiste pero no te diste cuenta de que yo ya había perdido antes y que entonces perdemos los dos y nos castigamos y azotamos y nos golpeamos uno al otro como dos mamarrachos que somos, y qué más te puedo decir, qué más te voy a escribir, qué días serenos sin sol nos esperan, qué angustias, qué hambres, qué malestares, qué inconsistencias, desde dónde volverán todas nuestras
monstruosidades
para qué nunca
si fue siempre todo

en medio de la paz, la libertad es poder prenderse fuego

martes, 15 de mayo de 2018

abro los ojos y la oscuridad me envuelve. Sin embargo, debe haber pasado ya el mediodía. Me doy vuelta entre las frazadas, me acurruco más, recuerdo que ya no estás y me azota de nuevo el frío glacial que se asoma por la ventana. Muero de soledad, de angustia de no tenerte, de no poder abrazarte, de no poder darle-a-nadie, todo este amor incontrolable que llevo cargando como un rayo de energía en todo mi cuerpo. Tengo ganas de quedarme en la cama, por siempre acurrucada, por siempre esperando que vuelvas y que me abraces. Nada más que eso. Ahora siento sueltas las costillas, el pelo enredado, el aliento seco. Me duele el vientre, el pecho, me pican los pies, me siento incómoda. El gato tampoco está, y sin embargo... de pronto, un sonido, alguien viene. Alguien se acerca como por error pero yo sé que sos vos que venís hacia mí. Pero no, al final no era vos, no era nadie, era el viento. Y pienso en que es otoño y eso me pone triste. Frío y soledad. Desesperadas ganas de hibernar como osa. De desaparecer mientras el frío dure. Necesito alguna motivación para vivir, la que sea, algo que me impulse a salir de la cama. Y la verdad, es que esa sola motivación para mí es venir a escribir todo esto que me pasa. Porque si no lo escribo, muero. Porque si no lo escribo, nada. Porque si no lo escribo es como si me quedara dentro, es como si se me quedara como una piedra dura en mitad de los pulmones. Y ahora, que vine a escribir, sigo con frío pero me siento mejor. Al menos, algo, al menos voy al baño, me preparo un mate, miro el cielo nublado, aspiro el frío. Así es la soledad para mí: fría, húmeda, fina, ligera. Cruel podría decir, pero ahí ya le estaría otorgando características humanas. Y qué hago yo con todo este amor para dar? y qué hago yo sin nadie a quien querer, sin nadie a quien llamar desesperada a las tres de la mañana, rogándole que venga, muriéndome de amor?. Todo lo que transcurre, se llama silencio. Solamente el plac plac plac de las teclas sonando. Es desolador encontrarme aburrida desde la mañana. Nada que hacer. Nada productivo que hacer, nada útil. Solamente pensamiento que se esfuman como humo si no los escribo. Nada alcanza cuando se ama demasiado, cuando se sufre demasiado. El viento se va de mí, acumulado de hojas y yo ya no siento nada. Sólo esto. Sólo estas terribles ganas de sacarme el amor de encima y de vivir en paz.

miércoles, 9 de mayo de 2018

Ahora sí.
Estoy parada frente a la ventana sin sombras. El mediodía pleno como todos los anteriores. El cielo blanco. Los brazos extendidos abrazan el aire gris.
Nada se mueve.
Hoy llovizna y se oyen aun más los bocinazos en las calles. La gente calla o grita pero al mismo tiempo, cuando llueve en la ciudad, los vínculos de solidaridad se estrechan, las personas se ayudan un poco más. O eso me parece.
Me parece eso mientras me aventuro con decisión a cruzar la calle bajo el paraguas rojo. No pienso en nada y tampoco trato de correr. Podría caerme y morir, quizás.
Quizás no. Eso pienso.
El semáforo me espera. Una paloma surge de la nada. Se me mojan los zapatos, me arde un poco la garganta y me la toco un poco, porque el calor de mi mano húmeda me calma.
Entro al subte, cierro el paragua antes, y veo una fila enorme de gente esperando a que pare la lluvia. Y si nunca para? Pienso. Van a estar esperando a que pare por toda la eternidad. Me parece ridículo esperar a que pare la lluvia. Es como esperar que llueva o que salga el sol. No depende de nosotros. No tiene sentido. Hay que seguir así, acomodarse a la situación. Sobrevivir. En fin.
Ahora sí, bajo por la escalera, entro al subte, me siento al fin, me relajo un poco. Húmedo mi pelo, mis manos, mojada mi ropa. Me encandila la luz opaca atornillada al techo. La gente mira su celular. Alguno duerme. Otro día igual que otro, y no es que tenga una rutina rígida, no. Es que esta ciudad tan igual siempre me aburre.
Encima llueve arriba. Ganas inútiles de quedarme para siempre bajo tierra. "Esperando", como los que esperan a que pare la lluvia. Bajo tierra la vida sí que debe ser interesante. Digo, no sé. A oscuras, tener que inventarse un sol. Sin plantas, sin vida. Respiración artificial, oídos embotados. Extrañeza de la luz. Humedad. Atmósfera pesada. Pienso en quedarme a vivir en algún andén o entre medio de dos estaciones. Pienso en que hay ratas, en que se inunda, pff. Pienso que no me vendría mal un poco de vida subterránea. Como experiencia nomás, probar algo nuevo, qué se yo. No se perdería nada. Pero no. Tengo que bajar del subte, hacer mi vida "normal". Normal? Otro pff, pienso pff, un resoplido. Y una vez más, la porteñez surge. Entre la indignación y la resignación. Paso de un estado al otro en un segundo. Yo y todos. 
Pero ahora, no. No esto. El subte se detiene entre dos estaciones. Espero unos segundos. Sigue así. Avisan por el altoparlante que el tren de adelante tuvo un problema y nos vamos a quedar así detenidos unos minutos. Esto, no. La pesadilla. MI pesadilla, esta claustrofobia enfermante. Ahora sí, empiezan los síntomas. Se me resbala el paraguas por una mano, se me aflojan los dedos, mi cabeza empieza a dar vueltas. Palidezco pero nadie se da cuenta. Todos miran el celular y se quejan por la demora. Un bebé llora. Pobre bebé, alcanzo a pensar. Siento que me desmayo, pero no. Debo tener presión baja. Miro el techo. Una propaganda de una clínica dental. Un cartel de cedé el asiento blablabla. Por qué yo, por qué estoy encerrada bajo tierra contra mi voluntad en una ciudad enorme, existiendo kilómetros de aire respirable allí arriba. Ahora quisiera tener alas. Ahora me doy vuelta. Cierro los ojos. Hago como sí. Tengo hambre, y sueño, me quiero bajar. Nadie se da cuenta y me da vergüenza pedir ayuda. No por favor, que arranque, le suplico a no sé qué fuerza extraña que me invento cuando me agarran los ataques. Unos segundos más, y arranca despacio. Me vuelve el corazón al pecho, me deshago en alivio, pienso en mi madre. Miro hacia arriba y todo sigue igual, como el día, las nubes, el mediodía, la lluvia, y todo. Pero cómo puede ser, cómo puedo estar pasándola tan mal hoy por que sí, porque no sé qué desperfecto técnico y la lluvia torrencial.


domingo, 25 de marzo de 2018

Le matin

Transito una mañana colmada de nubes celestes como ángeles de invierno erigidos en altar. Asumo la costumbre de estar viva. Mirar el sol me estremece como si su luz me entrara por las venas. Este lugar de soledad es delicioso. Todos los objetos aparecen ante el brillo inevitable, la vida canta como un coro de pájaros. Es el alba, es la agonía.
Abro los ojos como si nunca los hubiera abierto antes. Alguien duerme aquí, todavía. No reconozco sino este aire fresco y liviano. Me falta el mar. Estrujo la almohada con una fuerza insólita, me des mo ro no en sensaciones...

Caigo sin apuro ante un día más de vida.

lunes, 19 de marzo de 2018

Mientras planto una semilla



Esperando que brote la semilla

Me asemejo a cualquier otra

Que planta una semilla

Confiando en que crezca

Algún día, quizás,

O también nunca,

Pero deseo que crezca.





Verla surgir una mañana 


equivocada quizás, o tal vez recta

Acomodar su tallo, remover la tierra,

Sentir cómo se erige sobre sus raíces,

Fuertes,

Acariciar sus hojas, admirar sus frutos

Incipientes,

regarla despacio y cuidarla de pronto

Como a mí misma

Cuando estoy triste.





Y sin embargo

La semilla quizás no crezca

Como ya dije

quizás sea semilla siempre

Y nunca despliegue

la vida que implícita contiene,

como yo,

que soy vida

pero nadie se da cuenta.









Estas ansias de saber qué será de mi semilla

De esta semilla pequeña y adorada

Que me regaló mi madre mientras me decía

Que ella nunca pudo ver crecer una semilla

Que nunca tuvo tiempo

Porque no se detuvo a pensar

Qué importante debe ser para la semilla

Sentir que alguien la quiere

Y se preocupa por ella





Pero en fin.

No estoy triste,

Para nada.





En el jardín

El sol bosteza su luz cálida de vida

Un pájaro distante

Aletea en la rama,

imagino el paso lento

de una nube celeste.

El cielo brilla tanto que no veo nada,

Es todo blanco

Casi nulo,

Inexistente,

Como algún día seré yo

O mi semilla

Que aunque crezca

Y abra sus ramas y derrame sus frutos y despliegue sus hojas

Algún día será nada,

Habrá sido, eso sí,

Una semilla,

Y yo quizás con ella,

Habré sido,

También, algo,

O alguien





Junto a ella,

También seré nada más que polvo

Algún día, un día,

Qué extraño pensarme polvo

Saberme frágil, débil, diminuta, muerta,

Distinta a esta certeza inevitable de estar viva

De amar, ver, oír y sentirlo todo tanto

Estos pulmones que piensan y esta

Cabeza insoportable que

Respira y sin embargo

Pienso de nuevo en mí

En el polvo en la semilla

En este misterio extraño

Intolerable

En todo lo que aún no sé

Y acaso

no sabré nunca

En todos los pedazos que fui dejando por ahí

Que no son míos, ni son de nadie







Absolutamente nada es tan intenso

Como esta certidumbre de estar viva

Que me recorre toda,

Me retuerce,

Me deshace en sensaciones

Que transito

En silencio

En este instante breve

Mientras planto una semilla

miércoles, 14 de marzo de 2018

ella

ella resuena con su nombre enarbolado por encima de las nubes
ella es todo lo mágico que del cielo es posible que devenga
ella absorbe la savia natural de los instrumentos que manipula
y diseña retazos tristes de cantares absolutos en los dibujos que muestra

ella es hermosa, eterna, divina
absoluta, invencible, sustantiva,
y la admiro en su grandeza porque no puedo imitarla
ni siquiera ser su sombra, ni siquiera molestarla

pero igual ella no ríe,
apenas si sé que siente
diría que con nada se contenta,

ella sabe que es segura

pero ella,
ella no es literatura

viernes, 9 de marzo de 2018

tarde otra vez

y el sol se asoma detrás del vidrio
el vidrio se interpone entre el sol y yo
miserable vidrio
desangelado
que detiene mi paso, acaso para cuidarme
de no sé qué riesgo absurdo

pero el sol
aun sigue lejos
del otro lado del vidrio
como a miles de kilómetros arriba
siento su calor acariándome la piel

atrás
arriba, al costado, de pronto,
surge una melodía
ay de los trinos insalvables de la tarde

porque solamente la tarde es cierta
solamente la tarde duele
tan así

como un temblor de tierra


VIERNES

LA
LA VEZ

LA VEZ QUE FUI
LA VEZ QUE FUI AL
LA VEZ QUE FUI AL PARQUE 
LA VEZ QUE FUI AL PARQUE Y
no estabas,
NO 
NO LLORÉ
NO LLORÉ NADA
NO LLORÉ NADA PERO
sí me puse triste

Y ESTUVE
Y ESTUVE A 
Y ESTUVE A PUNTO 
Y ESTUVE A PUNTO DE 
llamarte.

pero no. No lo hice.
ALGO ME DETUVO
como ahora,

que
que no
que no te
que no te digo
que no te digo nada
PORQUE

no
no puedo
no puedo porque

algo
algo me
algo me detiene.





viernes, 23 de febrero de 2018

un pico de ansiedad

les voy a contra un secreto. es un pequeño bicho que llevo adherido a los pulmones. me tropiezo con él a veces, si se me escapa por la boca. brinca por mis adentros, como si mi cuerpo fuera un pelotero. le encanta castigarme a veces. es cruel, es imparable. le gusta quererme y me quiere, pero a mí no me alcanza. su pelaje es agudo e inverosímil. tiembla cuando estoy triste. me llama a veces durante las madrugadas de invierno. me exige que coma mandarinas, que prenda el ventilador, le agrada demasiado el frío invernal. y la lluvia, realmente adora la lluvia con sus garras de plata. me obliga a salir y mojarme por completo. me asfixia si me niego, me provoca con su hocico desaforado, con su aroma a pelo y barro, con su rareza reluciente. y yo obedezco siempre, casi por impulso, esta cosa... Cuando quise negarme no pude, y ahora ya es demasiado tarde. temo decirle que no. Sí, absurdamente le temo. es a lo que más le temo en el mundo. y ni siquiera sé su nombre, ni su apellido, ni tampoco su apodo. No puedo nombrarlo del todo, y eso me confunde. quisiera poder decirle algo, cualquier cosa, llamarlo, convocarlo, pero no. está lejos. incluso más allá del lenguaje. y es por eso que le temo tanto: no sé quién es. No sé cómo tratarlo. No sé qué quiere de mí. No lo comprendo. me siento derrotada por las noches, cuando toda la casa queda en silencio. el bicho no alivia mi soledad: la colma de ornamentos. nunca sé hasta cuándo voy a resistir así. nunca sé del todo, si aun me hallo resistiendo. las películas y los libros no me alcanzan. nada me calma cuando el bicho ataca, me muerde por dentro, me rasga los órganos con sus uñas afiladas, me provoca dolores inconfesables. no le temo a la muerte, le temo a este bicho, a que se apodere totalmente de mí. a que me posea. en el fondo, no somos tan distintos, al final, él está tan solo como yo. 

jueves, 22 de febrero de 2018

oh Daniela tú
que no escribís para nadie
que nadie comprende del todo tu angustia
tu colérica ansiedad

y es que soy
mi propia musa, mi propia
enemiga
me escribo y no me detengo
porque no sé hacer otra cosa
más que escribir
-lo digo en serio-
sobre mí

no porque yo sea importante
ni mucho menos
solamente porque no sé
quién soy
y escribiendo a veces,
lo descubro

ojalá pudiera algún día
abrazar con las palabras
a todos los pájaros del cielo

me imagino un mundo
celeste, sin dolor, sin tragedia
en el que la muerte sea una elección
al igual que el nacimiento
y el envejecimiento
y la juventud una estrella pasajera
pero no fugaz

le temo al tiempo, me da terror el fracaso
este miedo insoportable a tener que
arrepentirme
de
o por

ffffff

qué fastidio

sí, digo ffff
porque soy tan torpe que resuelvo con sonidos
lo que no soy capaz de expresar con las palabras

ay, ay, ay
esta noche,
hoy veinitrés del dos, del dos mil dieciocho

espero que sea EL DÍA
un día feliz, ¡sólo uno!

ay, estas ansias de realidad.
esta maquinaria perversa
pero qué digo? qué pretendo?
por qué es tan costosa la libertad?

oh....
este canto irrepetible
uno a uno
s
e
v
a
n
c
a
y
e
n
d
o
l
o
s
e
s
p
a
c
i
o
s
...........................




duerme el pájaro celeste
en su nido de tinieblas

miércoles, 21 de febrero de 2018

la jaula

vuelvo a atravesar
las violentas olas de mares tormentosos
me estremezco analizando
una a una todas las dificultades
que debo transitar para encontrarme

nadie que no esté perdido sabe
lo extraño que parece el mundo desde aquí
las absurda sintonía de relojes que no le importan a nadie
los veranos tristes de una ciudad sin flores y sin
vegetación

el sonido fatal de las grandes avenidas
que apenas si se alimentan del hondo cantar de las palomas

y es gris todo es gris
en esta ciudad maldita, insoportable
lo voy a escribir una y mil veces:
insoportable, intolerable
enfermiza

y este sol que ya no alumbra
no le interesa, no, no.
a nadie le interesa nadie
a nadie le intereso yo

yo

estas dos letras soberbias, que se derraman con un atisbo de dolor
yo
y nadie más que yo
sola frente a una ventana

que no abre
que no cierra
que no es ventana
que no es




viernes, 26 de enero de 2018

en otra parte

En otra parte
Atrás, o luego
Quizás o de pronto
Como nunca terminando de entrar
Y tampoco
De salir
Ni de estar
Aquí, otra vez, con el resto
Y es que, ay cómo explicar
Esto
De estar
“en otra parte”
Lejos de los seres humanos, pero mal
Viste,
Como medio loco el tipo
O la tipa o
El animal
O lo que sea
En otra parte significa
En mi cabeza
Que no es que habla, no
No son voces,
No son murmullos,
Es peor, hermanos,
Es peor
Son gritos
Imperativos como
Diciendo
Acá estamos,
Acá nomás
Viste
Y ahora de pronto
Voy
En mi cabeza
En mi mar oceánico sin fuego
Sin tormentas
Sin puertos en los que atracar
Sin vocabulario
Sin lejanía
Es todo tan
Tan tan
Automático
Tan inalienable
Tan difícil de expresar, tan en el ocaso
Tan pronto, no, tan deshumano
O deshumanizado
No sé
Siempre vuelvo a una especie de principio
De lodazal, de mar errado, alejado

incontrolable

domingo, 21 de enero de 2018

Maté a Pablo

Maté a Pablo hoy, veintiuno de enero de dos mil dieciocho
un día antes del cumpleaños de su madre
así de cruel y despiadada soy

Lo maté de pronto, mientras transcurría un mediodía
largo, soleado, denso,
claro, sin nubes

lo asesiné con firmeza, segura de un deber que solamente yo comprendo
recogí todos mis recuerdos y los reinterpreté, reordenando mi mundo
y comprendí cuánta soledad fue posible tolerar

Pablo murió hoy. Y murió en mí para siempre,
ya no quiero más sus excusas, que son siempre las mismas
sus explicaciones torpes
sus cálculos exactos, tan prolijamente estudiados
sus fórmulas infalibles, sus deducciones
no lo quiero, renuncio a su mundo, renuncio a la mediocre compañía
de quien nunca me quiso de verdad
a quien nunca le importé del todo
quien me ayudó con una lástima papal
como quien ayuda a un gato atrapado, a un gorrión moribundo

y estuvo allí, en los lugares donde nunca nadie estaba
pero aun así,
no me quería
no al menos
como yo necesitaba

Pablo, "yo soy esto"
te das cuenta del desprecio que me tenés?
Pablo, ojalá nunca sientas este dolor desgarrador
-de nuevo otra pérdida, ya estoy acostumbrada-
ojalá siempre te sientas querido y valorado
por quienes te importan
no como yo
que te tuve sin tenerte,
que es peor

adiós Pablo, te saludo con la palma de mi mano
y aventuro dos lágrimas inútiles como el único ritual
del que soy capaz ahora
te digo adiós, aunque aun no lo sepas
aunque aun no te sorprendas y no te enojes cuando te enteres

que te estoy dando un adiós definitivo
con este mismo gusto amargo,
este soga en la garganta
que me aprieta

pero es inútil cualquier intento de volver a decirte
a reclamarte
lo que ya no importa
si para vos soy inútil
si no tengo futuro
si no sirvo para nada
ni soy nada
ni seré nada
probablemente tengas razón

pero es que vos no sabés de este sonido permanente
que habita en mi cabeza,
los fantasmas,
el dolor, Pablo
no sabés sobre el dolor
ojalá nunca te enteres














sábado, 20 de enero de 2018

rêve de l'animal

mon rêve était habité
pour un animal velu et énorme comme un gros rat gris peut-être une cuis ou un homme castor. J'étais dans la maison de mon enfance nous envahir corrompre notre vie privée éphémère soupire les arômes fou de ma mère et j'avais peur pour les deux mon cauchemar étaient les griffes redoutables du bug que l'on et ainsi tout est arrivé comme un calme pervers, Je voulais le photographier et je ne pouvais pas Je n'étais pas mobile ensuite personne d'autre ne le savait à propos de l'animal seulement ma mère et moi ce monstre grandissait manger des biscuits sucrés sur le lit ventre comme un bain de soleil sur une plage et je l'ai regardé toujours craintif toujours en attente cela simplement était sorti mais non, il n'a jamais quitté même il est toujours là dictant les versets que devrais-je écrire maintenant conseiller fortement à propos de ma vie sentimentale écouter mes douleurs partager mes souffrances Vingt ans ont passé et moi J'ai appris à aimer à cet animal Je me suis habitué à vivre avec mes défaites.

sueño del animal

mi sueño era habitado
por un animal
peludo y enorme
como una gran rata gris
tal vez un cuis
o un señor castor.

estaba en mi casa de la infancia
invadiéndonos
corrompiendo nuestra
efímera privacidad

suspiraba los aromas
enloquecidos 
de mi madre
y yo temía por ambas
mi pesadilla eran las garras temibles
del bicho aquél 

y así todo transcurría
como una perversa calma,
quería fotografiarlo
y no podía
no me andaba el celular
entonces
nadie más sabía
sobre el animal

sólo mi madre
y yo

aquél monstruo crecía
comiendo dulces galletitas
sobre la cama 
panza arriba
como tomando sol
en una playa

y yo lo observaba
siempre temerosa
siempre esperando
que simplemente
se fuera

pero no,
nunca se ha ido
incluso
todavía está acá
dictándome los versos
que debo escribir ahora
aconsejándome vivamente
sobre mi vida sentimental
escuchando mis dolores
compartiendo mis sufrimientos

pasaron veinte años 
y yo
aprendí a querer
a ese animal
me acostumbré a convivir
con mis derrotas.

miércoles, 17 de enero de 2018

Las mejores historias se escriben solas
como un bálsamo de hielo arrodillado ante mí
rogándome que lo escriba antes
de que acabe el invierno.

siento sus pasos aquí detrás 
como un susurro
como una absoluta certeza de su vida
su andar pausado, su estrella lejana
asomándose al vacío

y si me duele a veces
esta vida infame
por las tardes
sí, las tardes

no es necesario explicarlo
no hace falta nada
las palabras vienen solas para que yo las dibuje
poco a poco, como bengalas sobre el infinito

me duelen los finales
con su filo insoportable
me arrepiento de las risas francas
que no llegué a provocar

me desvisto enloquecida ante
el máximo deseo atolondrado
de no saber jamás de vos
que no existís.

Y un así,
aun así me espanto,
me cuelgo del borde del balcón,
allí donde anida un pájaro asustado

y de pronto, clamoroso
oigo un ángel cayendo por la tarde
superlativa
mágica de rosas, como un jardín de seda

me despierto
de los ensueños que me atormentan
de forma permanente, agobiante
busco estrellarme en las estelas del vacío
atolondrada de tanto andar
sin saber todavía quien me espera
si es que alguien espera
o ya no

y sin embargo surge
el problema del insomnio
y una vez y otra, repito
oh tú sueño del alma
que me has sido negado
como el tiempo
como el tiempo

y

ya nada.
Ya no lloro de tristeza, no hace falta.

me sangra la garganta como una piedra despiadada
me arde el cuerpo como un incendio intencional
y yo comprendo que aquí

algo sucede.

viernes, 5 de enero de 2018

Ahora

Llueven palomas atrofiadas de espanto
Mientras se desparrama aún, la ciudad ya transitada
Me desvelo hasta horas inverosímiles
Como una enferma
Como una loca que nadie ve tan lastimada
No hay encierro más tenebroso
Que esta indiferencia general
Este vacío que nunca es vacío
Es furia
Una furia repleta de orgasmos inútiles
Que no sirvieron sino para cosechar dudas
Desvestir certezas
Me duele esta vida enorme y larga
Me duele no dormir jamás
No descansar nunca
Me duelen los muertos, las muertas,
Las que están por morir
Y sobretodo
Este macabro susurro