viernes, 23 de febrero de 2018

un pico de ansiedad

les voy a contra un secreto. es un pequeño bicho que llevo adherido a los pulmones. me tropiezo con él a veces, si se me escapa por la boca. brinca por mis adentros, como si mi cuerpo fuera un pelotero. le encanta castigarme a veces. es cruel, es imparable. le gusta quererme y me quiere, pero a mí no me alcanza. su pelaje es agudo e inverosímil. tiembla cuando estoy triste. me llama a veces durante las madrugadas de invierno. me exige que coma mandarinas, que prenda el ventilador, le agrada demasiado el frío invernal. y la lluvia, realmente adora la lluvia con sus garras de plata. me obliga a salir y mojarme por completo. me asfixia si me niego, me provoca con su hocico desaforado, con su aroma a pelo y barro, con su rareza reluciente. y yo obedezco siempre, casi por impulso, esta cosa... Cuando quise negarme no pude, y ahora ya es demasiado tarde. temo decirle que no. Sí, absurdamente le temo. es a lo que más le temo en el mundo. y ni siquiera sé su nombre, ni su apellido, ni tampoco su apodo. No puedo nombrarlo del todo, y eso me confunde. quisiera poder decirle algo, cualquier cosa, llamarlo, convocarlo, pero no. está lejos. incluso más allá del lenguaje. y es por eso que le temo tanto: no sé quién es. No sé cómo tratarlo. No sé qué quiere de mí. No lo comprendo. me siento derrotada por las noches, cuando toda la casa queda en silencio. el bicho no alivia mi soledad: la colma de ornamentos. nunca sé hasta cuándo voy a resistir así. nunca sé del todo, si aun me hallo resistiendo. las películas y los libros no me alcanzan. nada me calma cuando el bicho ataca, me muerde por dentro, me rasga los órganos con sus uñas afiladas, me provoca dolores inconfesables. no le temo a la muerte, le temo a este bicho, a que se apodere totalmente de mí. a que me posea. en el fondo, no somos tan distintos, al final, él está tan solo como yo. 

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