martes, 15 de mayo de 2018

abro los ojos y la oscuridad me envuelve. Sin embargo, debe haber pasado ya el mediodía. Me doy vuelta entre las frazadas, me acurruco más, recuerdo que ya no estás y me azota de nuevo el frío glacial que se asoma por la ventana. Muero de soledad, de angustia de no tenerte, de no poder abrazarte, de no poder darle-a-nadie, todo este amor incontrolable que llevo cargando como un rayo de energía en todo mi cuerpo. Tengo ganas de quedarme en la cama, por siempre acurrucada, por siempre esperando que vuelvas y que me abraces. Nada más que eso. Ahora siento sueltas las costillas, el pelo enredado, el aliento seco. Me duele el vientre, el pecho, me pican los pies, me siento incómoda. El gato tampoco está, y sin embargo... de pronto, un sonido, alguien viene. Alguien se acerca como por error pero yo sé que sos vos que venís hacia mí. Pero no, al final no era vos, no era nadie, era el viento. Y pienso en que es otoño y eso me pone triste. Frío y soledad. Desesperadas ganas de hibernar como osa. De desaparecer mientras el frío dure. Necesito alguna motivación para vivir, la que sea, algo que me impulse a salir de la cama. Y la verdad, es que esa sola motivación para mí es venir a escribir todo esto que me pasa. Porque si no lo escribo, muero. Porque si no lo escribo, nada. Porque si no lo escribo es como si me quedara dentro, es como si se me quedara como una piedra dura en mitad de los pulmones. Y ahora, que vine a escribir, sigo con frío pero me siento mejor. Al menos, algo, al menos voy al baño, me preparo un mate, miro el cielo nublado, aspiro el frío. Así es la soledad para mí: fría, húmeda, fina, ligera. Cruel podría decir, pero ahí ya le estaría otorgando características humanas. Y qué hago yo con todo este amor para dar? y qué hago yo sin nadie a quien querer, sin nadie a quien llamar desesperada a las tres de la mañana, rogándole que venga, muriéndome de amor?. Todo lo que transcurre, se llama silencio. Solamente el plac plac plac de las teclas sonando. Es desolador encontrarme aburrida desde la mañana. Nada que hacer. Nada productivo que hacer, nada útil. Solamente pensamiento que se esfuman como humo si no los escribo. Nada alcanza cuando se ama demasiado, cuando se sufre demasiado. El viento se va de mí, acumulado de hojas y yo ya no siento nada. Sólo esto. Sólo estas terribles ganas de sacarme el amor de encima y de vivir en paz.

miércoles, 9 de mayo de 2018

Ahora sí.
Estoy parada frente a la ventana sin sombras. El mediodía pleno como todos los anteriores. El cielo blanco. Los brazos extendidos abrazan el aire gris.
Nada se mueve.
Hoy llovizna y se oyen aun más los bocinazos en las calles. La gente calla o grita pero al mismo tiempo, cuando llueve en la ciudad, los vínculos de solidaridad se estrechan, las personas se ayudan un poco más. O eso me parece.
Me parece eso mientras me aventuro con decisión a cruzar la calle bajo el paraguas rojo. No pienso en nada y tampoco trato de correr. Podría caerme y morir, quizás.
Quizás no. Eso pienso.
El semáforo me espera. Una paloma surge de la nada. Se me mojan los zapatos, me arde un poco la garganta y me la toco un poco, porque el calor de mi mano húmeda me calma.
Entro al subte, cierro el paragua antes, y veo una fila enorme de gente esperando a que pare la lluvia. Y si nunca para? Pienso. Van a estar esperando a que pare por toda la eternidad. Me parece ridículo esperar a que pare la lluvia. Es como esperar que llueva o que salga el sol. No depende de nosotros. No tiene sentido. Hay que seguir así, acomodarse a la situación. Sobrevivir. En fin.
Ahora sí, bajo por la escalera, entro al subte, me siento al fin, me relajo un poco. Húmedo mi pelo, mis manos, mojada mi ropa. Me encandila la luz opaca atornillada al techo. La gente mira su celular. Alguno duerme. Otro día igual que otro, y no es que tenga una rutina rígida, no. Es que esta ciudad tan igual siempre me aburre.
Encima llueve arriba. Ganas inútiles de quedarme para siempre bajo tierra. "Esperando", como los que esperan a que pare la lluvia. Bajo tierra la vida sí que debe ser interesante. Digo, no sé. A oscuras, tener que inventarse un sol. Sin plantas, sin vida. Respiración artificial, oídos embotados. Extrañeza de la luz. Humedad. Atmósfera pesada. Pienso en quedarme a vivir en algún andén o entre medio de dos estaciones. Pienso en que hay ratas, en que se inunda, pff. Pienso que no me vendría mal un poco de vida subterránea. Como experiencia nomás, probar algo nuevo, qué se yo. No se perdería nada. Pero no. Tengo que bajar del subte, hacer mi vida "normal". Normal? Otro pff, pienso pff, un resoplido. Y una vez más, la porteñez surge. Entre la indignación y la resignación. Paso de un estado al otro en un segundo. Yo y todos. 
Pero ahora, no. No esto. El subte se detiene entre dos estaciones. Espero unos segundos. Sigue así. Avisan por el altoparlante que el tren de adelante tuvo un problema y nos vamos a quedar así detenidos unos minutos. Esto, no. La pesadilla. MI pesadilla, esta claustrofobia enfermante. Ahora sí, empiezan los síntomas. Se me resbala el paraguas por una mano, se me aflojan los dedos, mi cabeza empieza a dar vueltas. Palidezco pero nadie se da cuenta. Todos miran el celular y se quejan por la demora. Un bebé llora. Pobre bebé, alcanzo a pensar. Siento que me desmayo, pero no. Debo tener presión baja. Miro el techo. Una propaganda de una clínica dental. Un cartel de cedé el asiento blablabla. Por qué yo, por qué estoy encerrada bajo tierra contra mi voluntad en una ciudad enorme, existiendo kilómetros de aire respirable allí arriba. Ahora quisiera tener alas. Ahora me doy vuelta. Cierro los ojos. Hago como sí. Tengo hambre, y sueño, me quiero bajar. Nadie se da cuenta y me da vergüenza pedir ayuda. No por favor, que arranque, le suplico a no sé qué fuerza extraña que me invento cuando me agarran los ataques. Unos segundos más, y arranca despacio. Me vuelve el corazón al pecho, me deshago en alivio, pienso en mi madre. Miro hacia arriba y todo sigue igual, como el día, las nubes, el mediodía, la lluvia, y todo. Pero cómo puede ser, cómo puedo estar pasándola tan mal hoy por que sí, porque no sé qué desperfecto técnico y la lluvia torrencial.